Light in the Dark (1922). Director: Clarence Brown.
Fotografía: Alfred Ortlieb
«¡Luces! ¡Cámara! ¡Acción!» Con estas tres mágicas palabras, y por este
orden, comienza el milagro del cine. Un milagro que se renueva en cada película,
en cada filmación, en cada nuevo rodaje. No es una secuencia casual. El
encadenamiento tiene un profundo sentido y una clara significación. Porque… en
el principio del cine, fue la luz.
Escuchen,
fíjense en las imágenes de la etapa silente del cine. En especial, en las mejores
películas de este periodo del Séptimo Arte. El protagonista principal es la
luz. Los héroes que hicieron posible el prodigio de capturar la luz en el
fotograma, haciendo con ello un trabajo artístico, son los directores de
fotografía («cinematographers» en inglés).
His Mystery Girl (1923). Director: Robert F. Hill
Fotografía: William Thornley
En
inglés, las frases suenan distintas, ¿verdad? Por ejemplo, en Estados Unidos, y
el resto de los países angloparlantes, emplean la expresión descriptiva «Directed
by» para identificar, en los créditos de una película, al director, al realizador, al «filmmaker». En Europa, en
cambio, se dice (tradúzcase a las respectivas lenguas) «Una película de…». La diferencia
salta a la vista: «de» en lugar de «por». Cuestión de preposiciones. Y algo
más. «De», en el primer uso que acepta la Real Academia Española de la Lengua, «denota
posesión o pertenencia». Algo tendrá que ver con esto la política (la etiqueta)
de «cine de autor», vigente en el Viejo Continente .
Para
la concepción europea del cine, el director es el factótum, el demiurgo, el creador de un
film. Para la perspectiva norteamericana, el cine es, por el contrario y por
encima de todo, una industria, un trabajo de equipo, un negocio. Así se entendió desde los primitivos
set de rodaje en los tiempos de Edison, en el esplendor de los Estudios de
Hollywood y, de modo algo renqueante, también en nuestros días.
Desde los años 60 la situación ha cambiado, aunque la perspectiva sigue vigente. En la era dorada del cine, las productoras de Hollywood intentaron hacerse con
los mejores directores del mundo, pero, asimismo, con los técnicos más
renombrados y competentes. Entre ellos, los directores de fotografía. En no
pocos casos, la labor que realizan en los films resulta tan destacada que no
sería injusto afirmar que el producto es más de ellos que del director.
Y lo mismo que decimos de los cinematographers podría decirse también de los otros técnicos: dirección artística y decorados, vestuario, música, etcétera. Pero, ahora estamos hablando de los directores de fotografía.
Y lo mismo que decimos de los cinematographers podría decirse también de los otros técnicos: dirección artística y decorados, vestuario, música, etcétera. Pero, ahora estamos hablando de los directores de fotografía.
Hayan
trabajado o no en Hollywood, son especialmente renombrados los siguientes
maestros de la luz: Gregg Toland, Karl Freund, Jack Cardiff, George J. Folsey, Harold Rosson,
Frederick Young, Joe MacDonald, Charles Lang, Néstor Almendros, Gordon Willis,
Vittorio Storaro, John Alcott, Luis Cuadrado.
Avaricia (Greed, 1924). Director: Erich von Stroheim.
Fotografía: William H. Daniels
Fotografía: William H. Daniels
Hoy, en fin, estamos homenajeando en nuestro espacio a tres grandes artistas, tal vez menos conocidos que los ya citados, aunque no menos importantes: Alfred Ortlieb, William Thornley, William H. Daniels. No les voy a contar su vida y obra. Por los
hechos, los conoceréis. Y en sus nombres están los enlaces oportunos para quien desee más
información. En Cinema Genovés no hemos limitado esta semana a recoger algunas muestras de su
talento. Y es que una imagen vale más…