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lunes, 2 de diciembre de 2013

JOHN ADAMS (2008)

Durante estos últimos años, el mejor cine que, a mi juicio, hemos podido disfrutar ha sido producido y emitido por cadenas de televisión norteamericanas, asociadas a poderosas empresas de distribución. En particular por una de ellas: HBO. Hablo, por tanto y en primera instancia, de series de televisión, pero con una factura, una composición y una calidad que nada tienen que envidiar a los recientes largometrajes realizados para ser exhibidos en las salas comerciales. Una de tales producciones es la miniserie John Adams (HBO Films / Playtone Production), dirigida por Tom Hooper e interpretada al frente del reparto por Paul Giamatti y Laura Linney sobre la vida y obra del segundo presidente de los Estados Unidos de América. Una experiencia cinematográfica no sólo muy recomendable sino de visionado imprescindible para todo buen aficionado al Séptimo Arte.

Desde que en 1999 comienza a emitirse, a través de la televisión por cable, Los Soprano, hasta 2011, año del estreno de la miniserie Mildred Pierce, un acontecimiento portentoso —o, para ser más exactos, una sucesión de episodios prodigiosos— ha acontecido para disfrute cinéfilo general. Recordemos algunos de estos hitos que vinieron como un maná providencial, en el yermo panorama fílmico de los postreros tiempos: tras la serie interpretada por James Gandolfini, desembarcan Bands of Brothers, The Pacific, DeadwoodThe Wire, Roma, Treme, In Treatment, junto a las citadas John Adams y Mildred Pierce (todo parece indicar que esta última producción ha sido, ay, la última gran cosecha de la hoy un tanto agotada HBO en cuanto a capacidad creativa y financiera).

No puedo olvidarme, asimismo, de mencionar otras realizaciones notables y muy celebradas, como Boardwalk Empire, Juego de Tronos o Carnivale, aunque para mi gusto habría que situarlas en la segunda división de los logros de HBO. Dejo al margen las series según el patrón de la telecomedia o sitcom (Sexo en Nueva York, por ejemplo) o las desafortunadas (Empire Falls, Elizabeth I, Luck). Con todo y en suma, no está nada mal el resultado, ¿verdad?


Compuesta de siete episodios, John Adams llama la atención, en primer lugar, por la extraordinaria producción de la que hace gala. No es casual que tras este loable esfuerzo, económico y creativo, hayan estado Tom Hanks y Gary Goetzman en calidad de productores ejecutivos de la serie. Los dos fueron, igualmente, los responsables de la épica producción The Pacific, por referir sólo un trabajo conjunto más realizado para la HBO. 

La ambientación y recreación cinematográfica de cada uno de los capítulos de la serie que ahora reseño es fiel y minuciosa hasta en el más pequeño detalle: el vestuario se diría prestado de un museo, el mobiliario parece adquirido en un anticuario y en este plan; de hecho, estoy tentado a pensar que tal vez haya ocurrido algo así. Las escenas bélicas y de masas, así como las secuencias ambientadas en París y Londres (¡rodadas en Budapest!), la primorosa fidelidad de los decorados en las escenas relacionadas con la estancia de John Adams en Holanda (inspiradas en la pintura flamenca), la erección de la Casa Blanca en una naciente y espectral ciudad de Washington, todo, en fin, en esta serie, introduce al espectador en la situación con una vivacidad tan intensa como conmovedora.


En cuanto a las interpretaciones, señalar que Paul Giamatti, el actor que encarna al protagonista principal, aunque se deje llevar a menudo por una notoria sobreactuación, realiza un esforzado y meritorio trabajo en su conjunto. Laura Linney, en el rol de Abigail, la esposa de Adams, está, sencillamente, colosal; lo mismo que Stephen Dillane, quien encarna a un aristocrático y contenido Thomas Jefferson; igual que David Morsey, quien compone un George Washington admirable; lo mismo, en fin, que Tom Wilkinson, en fin, quien hace revivir en la pantalla a Benjamin Franklin. Del resto de actores y actrices del reparto sólo decir que cualquiera pensaría que acaban de salir de un cuadro de época para contarnos la historia inaugural de los Estados Unidos, resultando muy difícil imaginárselos con ropa actual o en pantalones vaqueros
Retrato de la época de John Adams
Leo y estudio dese hace muchos años la historia de América. Pues bien, no conozco mejor reconstrucción en la pantalla de los primeros compases del nacimiento de la gran nación en el Nuevo Mundo: los prolegómenos y la guerra misma con Inglaterra, así como la subsiguiente independencia de la metrópoli; los debates preconstitucionales y la construcción del primer país del mundo que, según se recoge en la serie, «se otorga a sí mismo la primera forma de gobierno por voluntad y soberanía popular propias»; la búsqueda de alianzas políticas y de financiación económica en Europa; la elección del primer presidente de EE UU, George Washington, y la composición de los primeros ejecutivos nacionales, azuzados por los primeros conflictos partidistas entre los federalistas (Alexander Hamilton, a la cabeza) y los republicanistas (representados por Jefferson), etcétera, etcétera.

En todos estos episodios decisivos en la historia americana, John Adams jugó un papel esencial, y sigue siendo tenido hoy por uno de los Padres Fundadores de la nación. Pero, no era un líder carismático, ni poseía una personalidad cautivadora, ni se ganaba el entusiasmo popular (tampoco aspiraba  a tal cosa). John Adams fue, primero, un abogado muy competente, y, posteriormente, un político honesto y estricto, hombre de deber y honor, exigente consigo mismo, que sufría intensamente sus propias limitaciones y defectos, no menos que las traiciones, felonías y demás infamias infringidas por otros contra su persona. En algunos medios de la época lo caracterizaban, sin más, como un viejo luchador «calvo, ciego, gordo, lisiado, desdentado, hermafrodita», exigiendo por todo ello a continuación su renuncia como presidente.

La serie no pretende, pues, ni de lejos ofrecer una hagiografía de John Adams, sino una semblanza pública, pero también cercana (a veces, subrayada por medio de molestos e innecesarios primeros planos deformadores de los actores; no se trata de trabajo de la lente, sino de dirección e interpretación) y familiar del personaje. En este sentido, la vida familiar —sus alegrías y tristezas, su propia existencia— cobra un protagonismo equiparable al de la acción política, para cuyo porpósito el montaje paralelo utilizado en situaciones especialmente relevantes en la trama resulta muy oportuno y útil.

John Adams falleció el 4 de julio de 1826, a los noventa años de edad, el día que se celebrada el 50 Aniversario de la Independencia. Esa misma jornada tan señalada, aunque unas horas antes que Adams, moría en su mansión de Monticello, Thomas Jefferson. Dos vidas paralelas, para verlas. Dos rivales políticos, al fin y al cabo, dos amigos hasta la muerte.



Por lo demás, fenomenal la intro de la miniserie John Adams...

5 comentarios:

  1. Wow, intuyo que va a caer en breve. Los Soprano y esos polis de Baltimore son como de mi familia y estoy en la búsqueda de una nueva serie desde que Walter White me dejara huérfana. Tanto esta como Mildred Pierce suenan muy bien y no las tenía yo presentes. Gracias por la aportación, Señor Genovés. Un abrazo.

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    1. Esas dos miniseries ('John Adams' y 'Mildred Pierce'), amiga Mara, son el mejor cine que he visto de entre las producciones estrenadas en estos últimos años.

      Ánimo y a por ellas.

      Salucines

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  2. Me he cansado por arriba y por abajo de recomendar esta serie, es pura maravilla, de lo mejor que ha hecho la HBO, que es mucho decir, Paul Gamiatti y Laura Linney,.. por favoooooooor, que nadie se la pierda!!!!!

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    1. Y yo, amigo Roy, tenía ganas desde hace años de escribir sobre esta serie que me impresionó cuando la visioné tras su estreno. Hace unas semanas la repuse. Me he dicho ahora: "de esta vez no pasa..."

      Salucines

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  3. Excelente reseña para series de categoria Genovés. las joyas de la HBO ponen el listón muy alto para disfrute de todos los que nos gusta la tele de calidad.
    Nos estamos acostumbrando a ver cine en la televisión porque la factura es estupenda, eso y recuperar películas que por desgracia ya no vamos a poder ver en la gran pantalla.

    Saludos amigo Fernando

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