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lunes, 1 de septiembre de 2014

FARGO (2014)


El mayor acierto de Fargo (2014), serie producida por el canal FX para la televisión, reside, a mi juicio, en el siguiente hecho: respetando la fidelidad a la película de idéntico título que le sirve de base y pre-texto, sigue, no obstante y al mismo tiempo, su propio camino y desarrollo argumental. Una actitud y una aptitud poco corrientes, y de una ejecución nada fácil. Ciertamente, el célebre film realizado por los hermanos Coen en 1996 daba mucho de sí, aunque, bien pensado, lo mismo cabría decir de toda producción cinematográfica exitosa que deja un buen recuerdo en el espectador. Ocurre algo similar con aquella novela que fascina y atrapa al lector, que siente con una mezcla de excitación y desazón el llegar a la última página.

Los recursos asociados al fenómeno «continuación» suelen ser las segundas, terceras y sucesivas partes, o sea, los seriales, así como los remakes, las secuelas y, últimamente también, las precuelas. Pero, por encima de todo, están las teleseries, el reino en la pantalla luminosa del «continuará». El riesgo que conlleva tal ejercicio de prolongación está en no saber ponerle fin, que la cosa se estire y alargue sin freno ni control llegando a causar, como mínimo dos fatales consecuencias: la falsificación del producto original o el agotamiento del espectador.

En este sentido, no considero particularmente una buena noticia el reciente comunicado de la productora de la serie Fargo que anuncia una segunda temporada, con diez nuevos episodios, a estrenar a finales del próximo año 2015. Una decisión que sospecho sobrevenida y no prevista, motivada por el éxito cosechado por la serie en público y crítica. Por lo que a mí respecta, prefiero lo bueno conocido que lo presumiblemente más bueno por conocer y con previsible riesgo de decaer.


Como ya ha sido dicho, la principal bondad de la serie Fargo está, de momento, en su sentido de la medida. De hecho, con 10 episodios ya está rozando el límite, o sea, tocando techo. No hubiese sido buena idea convertir, sin más, la película en serie. Y tomar la película simplemente como lejana excusa irreconocible hubiese supuesto algo más que oportunismo: un engaño, por no decir un fraude. Así pues, ni repetición ni adulteración: he aquí la cuestión. Estar revisionando el film Fargo al mismo tiempo que estar asistiendo a algo nuevo: he aquí el quid de la cuestión.

Película y serie recrean similar atmósfera bajo cero, comparten una bien dosificada mezcla de humor negro y tragedia, marca de la casa Coen, productores ejecutivos de la serie. Y, lo que es más importante, sobrevuela en todo momento la dualidad Bien/Mal que determina el comportamiento de los personajes, acrecentando la fuerza dramática de la historia y las vicisitudes de éstos; si cabe, dicho contraste es todavía más brutal en la serie que en el film. Ahora bien, en Fargo (2014) hay una notable diferencia, que alcanza nada menos que al protagonista de la historia, Lorne Malvo (Billy Bob Thornton), en detrimento de la agente de policía embarazada (Allison Tolman); y es que aquí ya no está presente la magnífica actriz Frances McDormand en el papel, esposa a la sazón de Joel Coen.


Lorne Malvo adquiere una traza que va más allá del criminal vocacional, el ejecutor, el serial-killer, el sicario. El personaje, magníficamente interpretado por Thornton, se me antoja un tipo de rasgos diabólicos, o, para ser más preciso, mefistofélicos. Cual Mefistófeles, el malo de Malvo tienta, «posee» y cautiva a Lester Nygaard (Martin Freeman), epítome en la trama de los personajes simples, ingenuos y aun cenizos, quienes sirven de apreciable contrapunto a la honda perversidad de los malvados despiadados. Lester no sólo es un perdedor nato, es un bobo, un manazas, un pánfilo, un calzonazos, un mendrugo de quien todos se burlan y a quien todos atropellan: un antiguo compañero de colegio sigue humillándole en público; su propia esposa le avasalla hasta el punto de poner en cuestión su virilidad, su hombría. Hasta que llegó su hora…



Un mafioso hace ofertas que uno no puede rechazar. Mientras que en el inmortal poema de Goethe, Mefistófeles ofrece a Fausto un pacto: tiempo, una perspectiva de eternidad, a cambio de su alma. Coincidiendo en las urgencias de un hospital, el malvado Malvo escucha las confidencias de Lester, sus quejas y lamentos: ese tipo me mortifica desde hace años, ahora sigue haciéndolo junto a sus hijos. Puedo ocuparme de este asunto, le susurra Malvo al oído, sólo tienes que decir sí o no. Lester no dice ni sí ni no, sino todo lo contrario. Luego, el que calla… otorga poderes, se entrega al Otro. 


Malvo no le toma a Lester la palabra, sino su silencio, el silencio de quien no es, en verdad, todo un hombre. La consecuencia inmediata es previsible. Desde ese momento, tiene lugar la radical transformación de Lester, algo que va más allá de una mera venganza; el hombre renacido pasa a ser la criatura de su amo (master). Y también está escrito, en esta ocasión no en Fausto sino en Frankenstein: para liberarse de su creador, el monstruo se revuelve contra éste. Aunque ello comporte su propia destrucción.

¿Será esto el fin o continuará? De momento, disfrútese de lo presente, que es más que suficiente.




4 comentarios:

  1. Magnifica entrada para retomar el curso. La serie es de lo mejorcito que he visto en la televisón aunque no sea la patria.
    El perfíl de los protagonistas, sobre todo del malvado y su "alumno" es sensacional. Personajes siniestramente complejos se mezclan a su vez con los más "simples" de un modo perfecto, en una historia con una atmósfera helada que pone sobre el tapete los instintos criminales y sus pasiones primitivas. El uso de la música, los silencios, las pausas, todo está muy bien medido.
    Gran serie sin duda. Dejaremos aparcado el hecho de que la referencia a Fargo porque es y no es.
    No tengo idea si la 2ª temporada estará a la altura. Lo que sí sé es que estamos ante una era dorada para las series que crecen y crecen.
    Crucemos los dedos.

    Salucines amigo Genovés

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    1. En efecto, Abril, tras unos años de declive (cosa de la Crisis...), parece que vuelve a animarse el panorama de las series de televisión.

      Sin embargo, hay algunas que se alargan en exceso, y me da pereza volver a ellas. Me ha pasado con 'Treme', con 'Homeland' y aun con 'Mad Men', entre otras. Lo dicho: por mí, que 'Fargo' (serie) la dejen como está. ¡Que ya está bien...!

      Salucines

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  2. Guardo un buen recuerdo de Fargo (la peli) y siento interés por la serie, aun sin Frances McDormand, actriz que admiro. Cuando finalice House of Cards, me pongo manos a la obra. Espero no mancharme mucho de sangre...

    He leído este verano un libro titulado "Dos veces bueno" de un tal Fernando R. Genovés que no está nada mal, todo lo contrario ;-)

    Salucines

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    1. Pues sí, deWitt, aun sin la McDormand, este 'Fargo', no lo dejes pasar de largo...

      Y tomo nota de ese librito que citas. Tiene buena pinta, la verdad.

      Salucines

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