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lunes, 23 de febrero de 2015

I TAKE THIS WOMAN (1940)





Título versión española: Esta mujer es mía
Año: 1940
Duración: 98 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: W.S. Van Dyke, Frank Borzage, Josef von Sternberg
Guión: James Kevin McGuinness, a partir de una historia original de Charles MacArthur, y Ben Hecht (no acreditado)
Música: Artur Guttmann, Bronislau Kaper
Fotografía: Harold Rosson
Reparto: Spencer Tracy, Hedy Lamarr, Verree Teasdale, Kent Taylor, Laraine Day, Mona Barrie, Jack Carson, Paul Cavanagh, Louis Calhern, Frances Drake, Bobby Barber
Productora: Loew's / Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)

No es nada extraordinario que en el sistema de estudios de los años dorados de Hollywood las películas pasaran, en su producción y realización, por muchas manos, trátese de escritores, técnicos o directores, entre muchos otros. El cine se hizo mayor al pasar de la producción artesanal primitiva, facturando películas elementales en barracones y sencillos tinglados, a los magníficos arsenales que constituían las majors, allí donde los sueños se hacían realidad. Los films clásicos no son, en rigor, de sino hechos por; esto es, son producto de un equipo, resultado de un trabajo grupal. Ahora bien, como decía el filósofo, en el justo medio está la virtud; o dicho en vulgo coloquial, tampoco hay que pasarse…


Y algo de esto pasó, en verdad, en el accidentado y prolongado rodaje de la película I Take This Woman (Esta mujer es mía), estrenada en 1940, pero cuyo preproducción y primeras tomas comenzaron a finales de 1938. El proyecto fue concebido, en primera instancia, por el productor Louis B. Mayer, como vehículo de lanzamiento definitivo de la actriz Hedy Lamarr, buscando elevarla hasta la bóveda de las estrellas. Para tal fin tomó como base argumental la obra de Charles MacArthur A New York Cinderella; en la adaptación cinematográfica participó, sin ser acreditado, su viejo amigo y colega Ben Hecht. Al mismo tiempo contrató para el papel protagonista masculino a Spencer Tracy, un actor sólido, que compensara la inexperiencia —y, añado yo, la inexpresividad interpretativa— de la bellísima Hedy. Asimismo, eligió a un veterano director, Josef von Stenberg, de quien esperaba que repitiera con la actriz vienesa el prodigio que hizo con Marlene Dietrich: crear una diva cinematográfica. 

Sin embargo, las expectativas de Mayer no se vieron satisfechas. Stenberg y Lamarr no se entendieron, ni en inglés ni en alemán (los dos habían nacido en la capital austriaca), y la cinta no avanzaba. Stenberg es sustituido por Frank Borzage, quien reconduce la producción durante tres meses. Si bien el film queda prácticamente terminado, el resultado tampoco contenta a Mayer, decidiendo éste parar el proyecto indefinidamente y archivarlo. No es desempolvado hasta casi un año más tarde. 

 
Tengo la impresión (no pruebas documentales) de que Mayer tenía en mente producir una comedia dramática de alta costura, que recogiese, es un decir, el costumbrismo de Melodía de la vida (Symphony of Six Million, 1932. RKO Pictures. Gregory La Cava), pero con el glamour y el poderío material y artístico de MGM, y no tanto una intensa historia de amor, que era la especialidad de Borzage. Así pues, en diciembre de 1939, Mayer solicita los servicios del director W.S. Van Dyke, a modo de tercer y último recurso que pudiese poner el definitivo fotograma de «The End» a la escurridiza cinta, y así cerrar con rapidez un proyecto que parecía interminable. Van Dyke —conocido en Hollywood con el sobrenombre de «One Take Woody» (Una toma Woody [su nombre de pila]), por su probada celeridad en el trabajo— no defraudó al jefe. Antes del fin de año 1939, la película quedó lista para el estreno, el cual tuvo lugar el 2 de febrero de 1904 en el Radio City Music Hall de Nueva York. Al primer apodo, se sumó un segundo. Desde ese momento, W. S. Van Dyke fue conocido como «I Re-Take This Woman» (Yo retomé esta mujer).

La película, finalmente, cubrió gastos, aunque fue vapuleada por la crítica. Frank S. Nugent dejó escrito con sarcasmo en el New York Times (16 de febrero de 1940): «I Take This Woman pasará a la historia como la película que más veces tuvo que pasar por el quirófano [la temática médica está en el fondo de la trama del film] en 1938, en 1939 y en 1940; por desgracia, el paciente murió.» 

A pesar de todo, el film no es nada despreciable. Aunque dos son, a mi juicio, sus puntos débiles. En primer lugar, el registro narrativo de la película no acaba de quedar definido, una circunstancia que en el cine contemporáneo puede incluso alabarse, pero que resulta fatal en el cine de géneros, consustancial al cine clásico. Se cuenta que Van Dyke re-hizo el film, desechando buena parte del material rodado y recomponiendo el reparto general, aun manteniendo a la pareja protagonista. Lo segundo no lo pongo en duda. Lo primero, sí. Un visionado atento del film permite concluir que Stenberg dejó poca huella en él (tampoco estuvo mucho tiempo al frente del rodaje). Por el contrario, el halo fílmico de Borzage sí planea claramente sobre buena parte de las imágenes (en particular, la manera de filmar los primeros planos de los protagonistas) que podemos ver en la versión estrenada. 


Lamarr, Borzage y Tracy

Borzage y Lamarr

La película bascula, pues, entre la historia de amor (marca Borzage) y la comedia de enredo (modelo Van Dyke) sin terminar decidiéndose por un recorrido ni un registro estable. Comoquiera que sea, justamente, es la perspectiva romántica lo que más me interesa de I Take This Woman

Lo cual nos lleva a la segunda objeción al film. La intensidad del romance latente en la historia exigía la intervención de dos protagonistas muy solventes que lo hicieran patente, es decir, verosímil. Spencer Tracy está, en efecto, colosal. Pero, Hedy Lamarr (la Kim Novak morena de Hollywood) no está, ay, a la altura ni da buena réplica a uno de los más consumados actores de la historia del cine. De Lamarr puede afirmarse, con buenas razones, que es la actriz más bella que pasado por Hollywood, aunque la capacidad en la actuación no esté al nivel de su hermosura. Nobody is perfect




lunes, 16 de febrero de 2015

HOLD YOUR MAN (1933)

Título versión española: Tú eres mío
Año: 1933
Duración: 87 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: Sam Wood
Guión: Anita Loos y Howard Emmett Rogers a partir de un historia de la propia Anita Loos
Fotografía: Harold Rosson
Reparto: Jean Harlow, Clark Gable, Stuart Erwin, Dorothy Burgess, Muriel Kirkland, Garry Owen, Barbara Barondess
Producción: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)


Hold Your Man (1933) es un film raro, desconcertante, chocante, curioso. Una película con una primera parte magistral, en la que destacan algunos momentos verdaderamente sublimes, pero que en la segunda mitad inicia un declive tal que uno llega hasta a pensar si no estamos ante dos films distintos, unidos en una misma cinta. Para empezar, Tú eres mío (enfático título en la versión española) no puede presentarse al espectador con mejores referencias y créditos. 


Trama ideada y construida por la ejercitada escritora Anita Loos. Reparto capitaneado por una pareja mítica, Jean Harlow y Clark Gable, quienes protagonizan aquí el tercero de los seis largometrajes que hicieron juntos. Una producción MGM en sus años dorados. En la dirección, Sam Wood. Cineasta de primera categoría, uno de los grandes del cine de todos los tiempos, realizador de una obra sobresaliente, es director de dos célebres trabajos con los hermanos Marx, Una noche en la ópera (1935) y Un día en las carreras (1937), firmando además algunos clásicos imprescindibles de la historia del cine. Pongamos que hablo de Adiós, Mr. Chips (1939), Our Town (Sinfonía de la vida, 1940), Kings Row (Abismos de pasión, 1942), El orgullo de los yanquis (1942), The Stratton Story (1949). Uno de los directores, en fin, que, por si esto fuera poco, también pasó volando, aunque dejando su huella, por el rodaje de Lo que el viento de llevó (1939).


El comienzo de Hold Your Man es tan prometedor como trepidante, narrado en clave de comedia y con el inconfundible sello pre-code, gamberro, descarado, desinhibido, osado, propio de la época. Eddie (Clark Gable, sin bigotito y con el cabello muy corto) es un truhán de medio pelo que se gana la vida (y así se la está buscando…) alternando timos callejeros con robos a pequeña escala, para lo cual cuenta con la colaboración de algunos colegas no menos palurdos que él. La secuencia inicial (el timo de la sortija a un viandante), con persecución policial por las calles, conserva el más puro estilo screwball de las películas cómicas mudas. 

En la huida, Eddie busca refugio en un edificio y penetra en el primer piso que no tiene la puerta cerrada con llave. Vive allí Ruby (Jean Harlow), a quien encuentra dándose un baño, a la vista de lo cual le pide asilo y refugio; esto, de momento. Los agentes de policía sí que llaman a la puerta antes de entrar en el apartamento. Ruby hace pasar al intruso por su marido, el cual para no ser reconocido se zambulle en la bañera que la joven ha dejado libre y caliente, envuelto en espuma. Splash Slapstick…





La farsa se hace realidad y pronto ambos cohabitan como marido y mujer. Eddie es un mujeriego, un conquistador, y Ruby, bueno, a Ruby le cae bien el tipo. En un momento del film, hace una broma a cuento del físico de Gable/Eddie, en este caso no sacando a relucir las orejotas del actor, sino esa sonrisa arqueada (smile's crooked) tan notoria, que acentuó y mitificó el aire canalla, cínico y encantador del actor a lo largo de su carrera cinematográfica, en particular, tras lucir el bigote fino. 

Eddie conserva otras pretendientes que pugnan con Ruby por arrebatarle la pieza, pero la rubia platino se deshace de la competencia soltando su puño izquierdo de púgil profesional.



Eddie es más torpe que Ruby en las peleas, o tiene más mala suerte que la chavala. Intentando echar de casa a un tipo a quien han intentando embaucar y robar usando a la muchacha como cebo, por accidente, el ladronzuelo se convierte en homicida. Por enredos de la vida (que la trama ingenia), es Ruby la que termina entre rejas (en el film, se habla de «Reformatorio», lo que permite deducir que la joven es joven de verdad, o sea, menor de edad), y no Eddie.


Partir de ese momento, la película ingresa en un universo distinto al anterior. La comedia adquiere tintes de melodrama carcelario; la narración pícara, traviesa y socarrona, que estábamos disfrutando adopta un tono sentimentaloide, hasta rozar lo ñoño y lo gazmoño. El mensaje rehabilitador y aun redentor de la condena en prisión, contenido en la segunda sección del film,  resulta inverosímil y lo que es peor, cursi. Hasta el punto de la cosa acaba en la boda express de Ruby y Eddie en la capilla el recinto, sirviendo muy bien para la ocasión una visita de éste al establecimiento penitenciario, así como la presencia de un prior de raza negra, padre de una reclusa del centro, amiga de Ruby, que oficia la ceremonia. 

Esta circunstancia —que llevó a rodar una secuencia paralela con clérigo de raza blanca destinada a la distribución del film al sur del país—, junto a la presencia del personaje de la reclusa activista revolucionaria, empeñada en que la parroquia entienda la diferencia entre ser socialista y ser comunista, todo ello y más, permite que el toque pre-code no se diluya plenamente en la película. Una mixtura que desequilibra todavía más la historia. Y eso que la narración ya avanza en ese punto con serias dificultades. Caramba, es que Loos, MGM y Wood hacen que incluso todo un Gable (aunque todavía sin bigote) implore sollozante al prior para que venza sus dudas acerca de la prisa y corrección del presuroso casamiento. ¡Gable llora! 

Sea como fuere, y pesar de sus rarezas y vaivenes, Hold Your Man es una película con muchos elementos de interés, que, a mi juicio, merece la pena verse.


domingo, 8 de febrero de 2015

CIEN AÑOS DEL ESTRENO DE 'EL NACIMIENTO DE UNA NACIÓN' (1915. D.W. GRIFFITH)




Hace justamente cien años —el 8 de febrero de 1915— tuvo lugar en el Clune's Broadway Theatre (61 W. Colorado Blvd.) de Los Angeles (California) la premiere de El nacimiento de una nación (The Birth of a Nation, 1915), largometraje producido y dirigido por David W. Griffith.


El film llevaba entonces el título de The Clansman, coincidente con el de la novela de Thomas Dixon Jr. en que está basado el guión cinematográfico escrito por D. W. Griffith y Frank E. Woods. Al frente del reparto, Lillian Gish, Mae Marsh, Henry B. Walthall, Miriam Cooper








Tres meses más tarde, en el estreno mundial en Nueva York, la película fue retitulada con el nombre que todavía hoy es una celebridad y que para muchos historiadores, críticos y aficionados certifica el nacimiento del Séptimo Arte.


«Corresponde igualmente a D.W. Griffith el haber dado carta de autoridad a la tarea del director [en la producción de películas]. A partir de The Birth of a Nation (El nacimiento de una nación, 1915), logra que el primer intertítulo del film rece lo que sigue: “A Griffith Feature Films/Produced exclusively by David Ward Griffith. El resto de intertítulos llevan en la base las iniciales “DG».

Fragmento de la «Introducción» de libro Hollywood revelado. Diez directores brillando en la penumbra (Ártica, 2012), coordinado por Fernando R. Genovés.

El resto ya es Historia del Cine…