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lunes, 25 de mayo de 2015

IDIOT'S DELIGHT (1939)


Título original: Idiot's Delight
Año: 1939
Duración: 107 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: Clarence Brown
Guión: Robert E. Sherwood
Música: Herbert Stothart
Fotografía: William H. Daniels
Reparto: Norma Shearer, Clark Gable, Edward Arnold, Charles Coburn, Joseph Schildkraut, Burgess Meredith
Producción: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)


Decíamos ayer… Quiero decir, tratábamos aquí hace unas semanas, en la entrada-reseña del film EspionageAgent (1939), acerca de la cautela y la prudencia mostradas por Hollywood a la hora de llevar a la pantalla tramas de traza antinazi, en aquellos años en que el estallido de la Segunda Guerra Mundial parecía inminente e ineludible en Europa, cuando Estados Unidos permanecía siendo oficialmente neutral respecto a las partes beligerantes. Además de causas de carácter diplomático, los Estudios temían perder importantes ventas en la distribución de películas en una área significativa del Viejo Continente, si les ofrecía productos específicamente propagandísticos y “comprometidos”... Todo cambió tras el ataque nipón a Pearl Harbor, como es sabido. Pero, ahora estamos centrados en el año 1939, cuando tiene lugar la mejor cosecha cinematográfica de todos los tiempos.
                                        
En enero de 1939 se estrena una extraña película de no menos raro título: Idiot’s Delight, que podría traducirse literalmente como “deleite de idiotas”, si bien, según tengo entendido, en jerga coloquial de inglés canadiense, la expresión remite al juego del “solitario” en las cartas. Una producción A (alto presupuesto) de la MGM, con Clark Gable al frente del reparto, el mismo año en que afianzó su condición de “Rey de Hollywood” al encarnar al personaje de Red Butler en una de las películas más emblemáticas de la historia del cine, Gone With The Wind (Lo que el viento se llevó). Compartiendo cabecera protagonista, Norma Shearer, canadiense ella, astro del celuloide y viuda de oro en el Estudio, tras la muerte de su marido Irving Thalberg en 1936, gran magnate (aunque no el último) de la compañía del león.

He aquí, asimismo, un notable elenco de actores y actrices de reparto, entre  quienes, además de los citados arriba en la ficha del film, sería injusto olvidar a las Blondes, coro femenino de starlets (nada que ver con Scarlett O’Hara) que amenizan el film: Virginia Grey (amante “oficial” de Gable durante varias décadas), Virginia Dale, Paula Stone, Bernadene Hayes, Joan Marsh y Lorraine Krueger (Lana Turner iba a formar parte del grupo rubio, pero un repentino ataque de apendicitis la apartó del mismo, a poco de comenzar el rodaje).


En el guión, el consumado escritor Robert E. Sherwood, miembro de la célebre Tabla Redonda del hotel Algonquin de Nueva York, quien adapta aquí al cine su propia pieza teatral, la cual había cosechado un gran éxito en los teatros y ganado el Premio Pulitzer. En la dirección, ClarenceBrown, uno de los grandes directores del cine clásico y un valor seguro de la MGM, especialista en películas románticas y de acción, pero, ay, no de musicales, y, en fin, director de cabecera (en el mejor sentido de la expresión) de la super-estrella Greta Garbo. Y no obstante todo esto... ya entramos de lleno en la cuestión de la rareza de Idiot's Delight. Desconcertante película, en verdad.

El eslogan “¡Garbo, habla!” iluminó el estreno de un trabajo previo de Clarence Brown con la diva divina, Anna Christie (1930). Lo mismo que el lema “¡Garbo, ríe!” animó y favoreció la promoción de Ninotchka, obra maestra dirigida por Ernst Lubitsch, estrenada, justamente, en el mágico año 1939. Pues bien, en esta ocasión, y por las mismas fechas, a propósito de Idiot's Delight, cabría colgarle el rótulo “¡Clark Gable, baila!” El caso es que, por entonces, Gable ya había hecho casi todo en el cine, menos bailar y cantar...

En este musical a medias que es Idiot's Delight, el Rey interpreta el personaje de Harry Van, veterano de la Primera Guerra Mundial, que tras licenciarse, intenta ganarse la vida en el mundo del vodevil. En la primera parte del film, le vemos moverse con mucho garbo en un coro de bailarines, emulando a Fred Astaire. Y, por si esto fuera poco, en la segunda parte, canta la célebre canción compuesta por Irving Berlin, Puttin in the Ritz, al frente de las Blondes.




Este segundo segmento de la película, parece, en verdad, otra película, a pesar del numerito de Gable. La “primera parte”, en clave de musical, termina con la despedida/separación de Harry e Irene Fellara (Norma Shearer), trapecista que comparte programa de espectáculos con el temerario danzarín y con quien tiene una aventura amorosa. 


Ambos siguen en ese punto sus propios caminos, aunque el destino hará que vuelvan a encontrarse. Años más tarde, Harry, paladín de la compañía de variedades vivificada por las Blondes, lleva a las chicas de gira por Europa. Ya estamos en la “segunda parte". Año 1939, los tambores de guerra anuncian la segunda gran conflagración del siglo. Tanto es así, que el libre movimiento de personas en el Viejo Continente se hace empresa difícil y peligrosa. La prudencia aconseja que la troupe se traslade a Suiza, en espera de lo cual encuentran hospedaje en un hotel de frontera, en un lugar no especificado de los Alpes. A los pies del albergue, una pista de aterrizaje de aviones militares hace recordar, en todo momento, a los huéspedes en qué mundo y en qué días viven.

Los clientes del hotel son de lo más variopinto, gente chocante; en su mayor parte, estrafalaria: un científico alemán que vive en las nubes (Charles Coburn), un pacifista enloquecido (Burgess Meredith), una pareja de ingleses recién casados y, en fin, un circunspecto tratante de armas (Edward Arnold). Acompaña a este caballero una pomposa y presumida aristócrata rusa (blanca), con muchos humos, así como con todo el aire de una reaparición de la volatinera Irene, ahora especialista en otros malabarismos, y la traza incomparable de Greta Garbo. Imitar a Garbo lleva necesariamente a la parodia. Y esto es lo que ocurre. Brown quería para el papel de Irene a la sueca de oro, pero no fue posible. De modo que hubo que recurrir a Norma Shearer para hacer de Garbo. No me negarán que no es raro.


Sea como fuere, admira el sano sentido del humor y la resuelta disposición a la autoparodia del cine norteamericano. Aparte del transformismo de la Shearer, ¡Gable, canta y baila! sin vergüenza alguna. En secuencia posterior a la del show de Clark, la farsante aristócrata le sugiere que debería retirarse del oficio de bailarín, sugerencia que acepta y anuncia poco después a las Blondes; desde ese mismo momento, se limitará a dirigir a las chicas, que se mueven mejor que el Rey.


Harry ha reconocido a Irene desde el principio, a pesar de su disfraz de Garbo rubia platino, aunque participa del enredo hasta el final. O mejor será decir los finales; lo cual nos lleva, para acabar, con el motivo del comienzo de este texto. Por los motivos extra-cinematográficos arriba señalados, Brown rodó dos secuencias finales de Idiot's Delight

Por fin, hay vía libre para pasar a Suiza, y el personal se prepara para la salida del hotel y cruzar la frontera. La expatriada rusa no tiene los papeles en regla y el traficante de armamento la deja plantada. Harry decide, a última hora, quedarse con la antigua amante. Tras los enormes ventanales del salón del hotel, se desencadena una batalla aérea de tono apocalíptico: el fin del mundo ha reunido, finalmente, a los dos extraños enamorados.


Final 1 (versión internacional): Harry e Irene (desvelada, aunque todavía con peluca platinada) hacen frente a la cataclismo desatado en el exterior, que amenaza con destruir el interior, cantando. Acompañándose del piano, Gable, que ¡vuelve a cantar!, entona un himno patriótico, hasta que el bombardeo cesa y parece llegar la calma (¿la paz perpetua?).


Final 2 (versión doméstica): en lugar del himno patriótico, Harry e Irene ensayan el número de espectáculo que en primera parte del film habían proyectado realizar juntos en el teatro.


La estratagema dual no pareció funcionar, porque la Segunda Guerra Mundial estalló a pocos meses de estrenarse la película. Bien es verdad que tampoco funcionó la película. Pero esto sí se me antoja menos raro…


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